Desde mi infancia siempre sentí una especial atracción por la Astronomía. Tal vez fueran los relatos fantasiosos de mi abuelo o la sobrecogedora imagen de la Vía Láctea en las noches de verano en el pueblo. Esa fascinación fue siempre animada y cultivada por mis padres, ya fuera llevándome al Planetario de Madrid el día de su inauguración o bien regalándome un pequeño telescopio por Navidades.

Recuerdo con cariño aquellas mañanas en la terraza de casa, observando las manchas solares por el método de proyección. Por la noche la Luna era mi objetivo y a pesar de lo tosco del telescopio me pasaba las horas muertas observando mares y cráteres.

Cuando me hice adulto y comencé a trabajar lo primero que me compré con mi primer sueldo fue un telescopio ( un Newton 114/900 que aún conservo en casa y utilizo incluso de vez en cuando para quitarme el gusanillo desde el salón ). Pasé horas y horas observando el cielo y recuerdo especialmente la noche que observé los anillos de Saturno por primera vez. Algún que otro libro y manual pasaron por mis manos pero en realidad no sabía utilizar correctamente el telescopio y me dejaba guiar por el instinto haciendo unas observaciones muy rudimentarias.

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Con el Newton 114/900 retomando la astronomía en 2008

En 2008, una visita a una  actividad en el Planetario de Madrid con motivo de una conjunción planetaria activó algún tipo de interruptor en mí y decidí, tras observar Júpiter desde un buen telescopio, retomar mi vieja afición pero esta vez tomándomela más en serio. Así fue como por Navidades pude estrenar un nuevo ocular, una lente barlow y un filtro contra la contaminación lumínica. Utilizar material de calidad y realizar una observación desde las afueras de Madrid supuso un antes y un después en lo que yo conocía de la Astronomía, la observación de la Nebulosa de Orión por primera vez desde mi humilde telescopio lo cambió todo.

Ya en 2009, con motivo del Año Internacional de la Astronomía las noticias y actividades de Astronomía se repetían cada semana. En abril, coincidiendo con mi cumpleaños, me regalaron un pequeño telescopio (ETX-70) con la novedad de que incorporaba GOTO. Con este pequeño equipo comencé a descubrir más objetos de cielo profundo, el Catálogo Messier… los conocimientos se apelotonaban en mi cabeza y cuanto más aprendía más quería saber. Me apunté a una agrupación astronómica, conocí a muchos aficionados a la astronomía y hasta comencé a explicar a otros aquello que había aprendido (explicarlo a otros me ayudaba a memorizarlo y me planteaba en ocasiones nuevas preguntas).

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Disfrutando de los cielos de Cabañeros en 2011 con el Newton 150/750

De mi amistad con Roberto Bravo, otro pirado de las estrellas como yo, surgió AstroAfición. Un proyecto de difusión de la astronomía mediante la realización de actividades para particulares, colegios, ayuntamientos en el que participé hasta 2014. Durante estos últimos años he ido ampliando conocimientos, comprando nuevos oculares, telescopios, cámaras… la lista parece no terminar nunca… la verdad es que no me duele invertir tanto tiempo y dinero en esta afición ya que gracias a ella he conseguido conocerme mejor a mí mismo, evadirme de los problemas diarios y conocer a un montón de personas geniales.

En 2011, un nuevo proyecto pasó por mi cabeza, Turismo Estelar, un portal web donde todos los pirados de las estrellas como nosotros pueden encontrar hoteles y casas rurales en los mejores lugares lejos de la dichosa contaminación lumínica.

Esta web es la recopilación de mis trabajos de astrofotografía. Espero que os guste y quizá anime a alguno a iniciarse en esta bonita afición.

Roberto Ferrero. 2020